- CAIXAFORUM-MADRID
- Del 19 de octubre de 2016 al 5 de febrero de 2017
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Aunque los historiadores emplean los términos medieval y Edad Media con un cierto grado de flexibilidad, en líneas generales designan el período de la historia de Europa comprendido entre los años 400 y 1500 d. C. aproximadamente. Fue una época de grandes desequilibrios sociales, como ponen de relieve los elementos culturales que han sobrevivido hasta hoy. Para la monarquía, la nobleza y el alto clero, fue una era de riqueza y de poder, de creatividad y de aprendizaje, así como de estilos de vida opulentos. La mayoría de la población, en cambio, soportó una desigualdad, una pobreza inmensas y una acusada falta de higiene.
En el pasado, los historiadores han considerado la Edad Media como un desafortunado puente entre dos grandes períodos históricos. Las antiguas civilizaciones de Grecia y Roma eran muy admiradas, mientras que el Renacimiento italiano y la Reforma protestante de los siglos XV y XVI se concebían como épocas de iluminación artística y religiosa. En 1952, el historiador A. R. Myers puso en duda la reputación habitual de la Edad Media cuando escribió que «la Inglaterra tardomedieval todavía se considera una época bárbara y sin brillo, una especie de edad oscura anterior al esplendor matinal de la Inglaterra isabelina». Pese a que el término medieval fue acuñado en el siglo XIX, se consideraba un período falto de brillantez ya desde el siglo XVII. El poeta John Milton, en su Historia de Gran Bretaña, de 1670, se lamentaba de lo que él concebía como la violencia inestable del período medieval más temprano, y describía las numerosas batallas con la imagen de bandadas de pájaros luchando entre cielo y tierra. Hoy en día, el término medieval continúa empleándose para describir algo que es bárbaro o anticuado.
En realidad, este período de más de 1.000 años de historia comportó inmensos cambios políticos, económicos y culturales, así como dio grandes talentos artísticos y progresos intelectuales. Desde las costas occidentales de Portugal hasta las más septentrionales alquerías del norte de Escocia y los palacios de las ciudades-estado italianas, la cotidianidad de los europeos registraba grandes variaciones, y la misma vida europea del año 400 era enormemente distinta de la del 1500. Pero aún hoy pueden encontrarse fragmentos del pasado medieval. Los grandes castillos de piedra y las catedrales dominan el paisaje, han sobrevivido obras de arte y objetos procedentes de habilidosos artesanos e incluso algunas palabras y topónimos que reflejan la vida de los pueblos de la Edad Media.