martes, 27 de marzo de 2018

Casas a la malicia


Las casas a la malicia fueron el fruto de un delito inmobiliario en el Madrid de los siglos XVI al XVIII, provocado por los privilegios otorgados a los funcionarios de la Corte Real por la ley denominada «Regalía de aposento» que obligaba a todo vecino de la villa de Madrid no exento a "alojar a un funcionario del rey en la mitad de la superficie útil". La medida había sido provocada por la afluencia de familias al servicio de la Corte de Felipe II al instalarse la nueva capital española en 1561.
Las "casas a la malicia", o dicho en lenguaje del siglo XXI "casas con trampa", fueron un recurso arquitectónico de los constructores del siglo XVII a requerimiento de los propietarios de las nuevas casas, para engañar a las autoridades municipales. La picaresca inmobiliaria puesta en escena presentaba características exteriores que hacían suponer falsos interiores estrechos, incómodos y en definitiva no aptos para ser incluidos dentro del grupo de edificios que tenían que cumplir con la ley de Regalía de aposento, es decir: ceder la mitad de la casa a un funcionario de la Corte sin que tuviera que pagar alojamiento.
Los trucos y peripecias arquitectónicas más habituales eran cubrir la construcción con grandes tejados que no permitían adivinar cuántas plantas había dentro de la casa, y presentar a la vista pequeños vanos o ventanucos en un absoluto desorden arquitectónico como si fueran los huecos de luz de la fachada de un caserón a la antigua -cuando en realidad servían de respiradero a dos o más plantas para apartamentos de fácil especulación para los propietarios.
Suele proponerse como ejemplo superviviente de "casa a la malicia" el edificio, bastante reformado, que en el barrio de la Morería ocupa la esquina que forman la calle de Mancebos con la de Redondilla, cuya construcción original se ha datado entre 1565 y 1590. O el número 31 de la calle del Pez.
 

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