James Ellroy nació en Los Ángeles en 1948. Cuando sus padres se divorciaron en 1954, se mudó con su madre a El Monte, una zona deprimida de Los Ángeles. Poco después su madre sería asesinada en ese mismo lugar. Entre sus obras más conocidas se encuentran La Dalia Negra y L.A. Confidential, que fueron llevadas al cine y se convirtieron en grandes éxitos de ventas y crítica. Junto a El gran desierto y Jazz blanco, conforman el Cuarteto de Los Ángeles, y es a estos mismos escenarios a los que vuelve Ellroy con Perfidia.
Esta tormenta (Penguin Random House), la continuación de Perfidia, se desarrolla en Los Ángeles en 1942, en plena histeria antijaponesa tras el ataque al Pearl Harbor y con conspiradores comunistas y fascistas a los dos lados de la frontera. Son las dos primeras de cuatro novelas que abarcarán un periodo determinado de la historia del crimen en la ciudad de Los Ángeles.
Enero de 1942. Los Ángeles se tambalea después del shock de Pearl Harbor. Lluvias torrenciales azotan la ciudad. Las autoridades detienen y confinan en campos de internamiento a los japoneses afincados en Estados Unidos. En Griffith Park un cadáver queda al descubierto tras un corrimiento de tierra. Los policías creen que es un caso de rutina. Se equivocan. Es un primer augurio de que el Caos se avecina.
Hay un violento incendio y un robo de oro. Hay traición quintacolumnista en suelo americano. El propio país engendra nazis, comunistas y estafadores dispuestos a hacer negocio a costa de las diferencias raciales. Es el auge del populismo. Aparecen dos policías muertos en un tugurio a un paso de los clubes de jazz. Y tres hombres y una mujer asisten a una importante cita con la Historia.
Elmer Jackson es un agente corrupto de Antivicio. Es proxeneta y recadero del jefe de policía de Los Ángeles. Hideo Ashida es un genio de la química forense y víctima del odio a los japos. Dudley Smith es un hombre duro del Departamento de Policía que ahora trabaja en el Servicio de Inteligencia del Ejército; va a la suya y ha desarrollado inclinaciones declaradamente fascistas. Joan Conville ha ido siempre a la suya: teniente de la Armada, ha abandonado la carrera militar y ahora es una ventajista descarada que saca provecho de la guerra.
Una muy buena recomendación
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