Catalina Bárcena (Cienfuegos, Cuba, 10 de diciembre de 1888-Madrid,
3 de agosto de 1978). Se la ha considerado, junto a Margarita Xirgu y María Guerrero, una de las grandes actrices de la época. Junto con Gregorio Martínez Sierra trabajó en la
creación del Teatro de arte, además de otras diversas empresas.
Nacida en Cuba cuando aún era
parte de España, se mudó desde Santander a Madrid, donde entró en la compañía
de María Guerrero. Su apocamiento hizo
de ella la gran ingenua del teatro español, y de la alta comedia, género con el
que más brilló. No tardó en convertirse en la preferida de María Guerrero, y de
su marido, el también actor Fernando Díaz de Mendoza, que ejerció sobre ella, como
era su costumbre, el derecho de pernada. Se quedó encinta, y tuvo que casarse,
en 1909, con Ricardo Vargas, otro intérprete de la compañía, que reconoció al
niño, que llamaron Fernando, en honor a su auténtico padre.
Estrenaría obras de los Hermanos Álvarez
Quintero, Marquina, Benavente y Arniches. Formó su propia compañía de teatro, y
tuvo una relación con su “mentor” Gregorio Martínez Sierra del que estrenó
varias obras compuestas, en realidad, a dos manos con su mujer María Lejárraga, que conocedora de la
situación introducía trasuntos de la relación entre su marido y la actriz, a
manera de venganza, con un ser atontado, de buen corazón sometido a las
veleidades de un amor caprichoso.
Catalina Bárcena, Gregorio
Martínez Sierra y María Lejárraga formaron durante varios años un triángulo
estrambótico en el que la primera triunfaba con los personajes que creaba la
segunda, y que él ponía en escena. Una tragicomedia con un intento de suicidio
de María, giras demenciales de los tres juntos y confidentes de lujo como Juan
Ramón Jiménez y Manuel de Falla. El gran misterio era saber qué veían ambas
mujeres en aquel hombre pequeño, calvo, poco agraciado, enfermizo y de gesto
malhumorado. Aquel círculo vicioso lo rompió el nacimiento en 1922 de Katia,
una hija que muchos dudaron que fuera de Gregorio, pero que forzó la separación
de María, aunque siguió escribiendo para él.
A la muerte de Gregorio Martínez
Sierra, la hija de Catalina Bárcena exige los derechos de autor de éste sobre
la totalidad de la obra escrita por él y
María Lejárraga, dejando a esta última en la indigencia.
Después cursó una intensa gira
por Hispanoamérica junto a su costurera de confianza Antonia García, que la
mantuvo alejada de España durante tres años. Debutó en el cine en 1927 y
durante unos años rodó con la compañía estadounidense Fox en Hollywood
películas en español como Canción de cuna y La viuda alegre entre otras.
Durante la Guerra Civil española
se exilió de España y se instala en Tetuán en 1936, aunque Catalina no permanecería
mucho tiempo en Tetuán y se trasladaría nuevamente a Marsella, París y Buenos
Aires, regresando a Madrid en 1947.
En 1948 Catalina formó la
Compañía Cómico-Dramática Española como primera actriz, teniendo el debut lugar
en el Teatro de la Comedia de Madrid con la obra Pigmalión de George Bernard
Shaw. En 1972 recibió el Premio Nacional de Teatro. Federico García Lorca le dedicó el poema ”A Catalina Bárcena”.
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