martes, 25 de junio de 2019

Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines


Museo Nacional del Prado. Madrid25/06/2019 - 29/09/2019
 

En el marco de la celebración de su Bicentenario, el Museo del Prado presenta “Velázquez, Rembrandt, Vermeer. Miradas afines”, un ambicioso proyecto que, con el patrocinio de la Fundación AXA y la colaboración especial del  Rijksmuseum de Ámsterdam, se dedica a la pintura holandesa y española de finales del siglo XVI y del siglo XVII.
Velázquez, Rembrandt y Vermeer. Miradas afines es una exposición que invita al público visitante no solo a disfrutar de la calidad y relevancia de las 72 piezas que la componen, obras de algunos de los pintores más admirados de Europa en el siglo XVII, sino también a establecer puntos de comparación entre ellas, propone una reflexión sobre las tradiciones pictóricas de  España y los Países Bajos..
Durante mucho tiempo ha parecido lógico pensar que el arte realizado en diversas partes del continente era muy distinto: que Velázquez, por ejemplo, es “muy español” y Rembrandt “muy holandés”. Esta apreciación parte de la desmedida influencia que la sensibilidad y la ideología nacionalistas de los siglos XIX y XX han tenido en nuestra forma de entender el arte. Los estudiosos de esa época concedieron gran importancia a lo que cada nación tenía de diferente, y se extendió la idea de que esas diferencias se manifestaban en el arte. Ese punto de vista minimiza los rasgos comunes que comparten los artistas europeos.
El caso de la pintura española y holandesa del siglo XVII es sintomático. Separadas por una guerra, su arte se ha interpretado tradicionalmente como contrapuesto. Sin embargo, el legado de la pintura flamenca e italiana, cuya influencia define toda la pintura europea, se interpretó de forma similar tanto en España como en Holanda. En ambos países se desarrolló en el siglo XVII una estética alejada del idealismo e interesada por la apariencia real de las cosas y la forma de representarla. Los artistas cuyas obras se muestran en esta exposición no expresan en ellas la esencia de sus naciones, sino que dan voz a ideas y planteamientos que compartían con una comunidad supranacional de creadores.

Harrow County SE ACERCAN TIEMPOS OSCUROS







40 años sin MAFALDA


El 25 de junio de 1973, Joaquín Salvador Lavado “Quino” anunciaba formalmente a los lectores de la revista Siete días que no volvería a dibujar nuevas tiras de Mafalda.
“En realidad, Mafalda iba a ser una historieta para promocionar una nueva línea de electrodomésticos llamada Mansfield.  Esto fue en 1963. Pero la campaña nunca se hizo y las ocho tiras que dibujé quedaron guardadas en un cajón. Hasta que al año siguiente Julián Delgado, secretario de redacción de Primera Plana, me pidió una historieta. Entonces rescaté esas tiras y bueno, ahí empezó todo”, refiere Quino.
Mafalda, con solo 6 años, vive pegada a la radio o a la televisión, preocupada de lo que pasa en el mundo, con la esperanza de que algún día se logre la paz mundial. Su conocido “odio” por la sopa hace que siempre discuta con su madre.
Felipe (7) fue su primer amigo y quien mejor se lleva con todo el grupo. Vive enamorado de una vecinita, a quien no le declara su amor debido a su timidez, y haciéndose preguntas sobre la vida y pensando en las tareas escolares.
Manolito (6) es hijo de españoles comerciantes. Ayuda a su padre en su almacén. Poco inteligente, solamente es habilidoso en sacar cuentas. A él y a Guille, son los únicos a quienes les gusta la sopa. Odia a los Beatles y a Susanita, quien siempre le critica su falta de inteligencia. Admirador de Rockefeller, su meta es tener una gran cadena de supermercados cuando sea mayor.
Susanita (6) es la mejor amiga de Mafalda. Egocéntrica, su único deseo en la vida es casarse y tener muchos hijitos.
Miguelito (5) es el más pequeño del grupo. Aunque es el más querible, siempre tiene roces debido a sus preguntas absurdas y a sus observaciones sin sentido.
Libertad (6), quien sería el alter ego de Mafalda, fue el último personaje de la tira.
Guille, el hermano pequeño de Mafalda, es rebelde e ingenuo .
No se sabe el nombre del padre de Mafalda, un agente de seguros, aunque sí el de su madre: Raquel, quien es un ama de casa que no culminó sus estudios por casarse, lo cual Mafalda siempre le recriminó. El 25 de junio de 1973, Quino dejó de dibujar la tira porque su trabajo “se convirtió en rutina”.

viernes, 7 de junio de 2019

Cuando la memoria es una ficción



"El dibujante Seth, uno de los grandes autores del cómic alternativo norteamericano de las tres últimas décadas, ha visitado Madrid, Bilbao y Barcelona para presentar su última y monumental obra: Ventiladores Clyde. Publicada por Salamandra Graphic, supone la culminación de veinte años de trabajo. Aprovechando esta visita, repasamos las obras y los temas más importantes de su trayectoria.

A menudo, los críticos y periodistas se han referido a Gregory Gallant (Clinton, Ontario, 1962), más conocido por Seth, como el dibujante de la nostalgia. Viendo su obra, ambientada en el pasado casi por completo, parece una definición adecuada para el canadiense; pero, en realidad, la cuestión es más compleja que eso.

El personaje que Seth se ha construido, con su impecable traje de los años cincuenta y el sombrero, el bastón y los guantes a juego, ha contribuido a ello, desde luego. En su reciente visita a España ha sido interrogado muchas veces sobre su querencia por el pasado, y sobre las cosas que le disgustan del presente. En realidad, como él mismo ha explicado, no solo le preocupa el presente —especialmente en lo que respecta a la política—, sino que es bien consciente de que el pasado no fue una edad dorada. La madurez lo ha alejado de las posiciones radicales de su juventud con respecto a esto y ya no sueña con aislarse del mundo actual, aunque siga sintiéndose muy atraído por los usos sociales formales y, sobre todo, por la estética de los años cincuenta.

Toda su obra rezuma de ese diseño, y no hablamos solo de sus cómics, sino también de sus esculturas, sus cortos y su gigantesca maqueta de la ficticia ciudad de Dominion, siempre en crecimiento y donde transcurren muchas de sus historias. Pero no es la nostalgia, en sentido estricto, lo que define su trayectoria. Y no lo decimos solo porque, en realidad, esté hablando de una época que él nunca vivió, y difícilmente podría añorarla más que como postura artística, sino porque los ejes sobre los que giran su cómic son otros: la realidad, la ficción y la memoria. En las siguientes líneas vamos a intentar explicar cómo han dialogado entre sí en todos sus cómics.

La primera obra larga de Seth, La vida es buena si no te rindes (1993-1996), estaba ambientada íntegramente en el presente de entonces, los años noventa. Tras varias historias cortas en un registro autobiográfico muy directo y ortodoxo, con el que recuperaba sucesos de su adolescencia —dos de ellas están recogidos en Un verano en las dunas (2016)—, Seth serializó en su propia cabecera, Palooka-Ville, un relato que parecía transcurrir en su presente, en el que podíamos ver también a su gran amigo Chester Brown, y en el que el propio Seth iniciaba la búsqueda de un olvidado viñetista de The New Yorker, Kalo. El propio Seth dice que hoy en día le cuesta mucho volver sobre aquella obra, y es cierto que tanto formal como narrativamente ha acabado por parecernos algo ingenua, demasiado juvenil. Es una obra primeriza que, sin embargo, tiene muchos valores. Nos demostró a toda una generación que podía hacerse un cómic interesante en el que no pasara “nada”, en el que simplemente viéramos a un tipo ir de un lado a otro pensando en sus cosas. Pero lo más interesante de esta historia lo descubrimos tiempo después: en realidad, ese dibujante cuyas huellas seguía Seth nunca existió.
El engaño, que incluía una foto de Kalo falsa, mediante la que se jugaba inteligentemente con la carga de veracidad que tiene siempre la fotografía, y varios chistes dibujados supuestamente suyos, en realidad, por el propio Seth, más allá de resultar una sorpresa o incluso un enfado para los lectores que habían seguido la historia durante años, abría la puerta a un interesante y desconocido territorio. Si eso era mentira, entonces todo lo que se contaba en ese cómic tenía que ser reconsiderado y puesto en cuarentena. Al usar los códigos de la autobiografía que los lectores están acostumbrados a interpretar en clave de “verdad”, Seth ponía en tela de juicio la veracidad de cualquier relato confesional, y planteaba algo aún más importante: una historia “real” no tiene por qué encerrar más verdades que una ficción.

No te fíes de un narrador que no conoces

Mucho antes de que se popularizara el término “autoficción”, Seth comenzaba así a mezclar su propia vida con elementos ficticios. La memoria es siempre una construcción. Hoy, como contó en su visita a Madrid, lo asume conscientemente: los recuerdos se moldean de forma constante, y reelaboramos el pasado para crear un relato de nuestra propia vida, que se convierte, a todos los efectos, en la vida en sí. Los hechos no importan tanto como la manera en la que los contamos. Cuando terminó La vida es buena si no te rindes, el Seth treintañero ya había intuido esto, hasta el punto de que, en sus siguientes obras, se alejaría de los códigos de la autobiografía —que solo recuperará en fechas recientes, con la aún inconclusa Nothing Lasts, una memoria sobre su infancia— para entrar en un terreno nuevo. No solo comienza a trabajar en Ventiladores Clyde (2019), obra que tardará veinte años en terminar, sino que, con sus primeros libros autoconclusivos, encontraría nuevas maneras de tensar las relaciones entre realidad y ficción...

...Ventiladores Clyde es la mejor demostración de que la memoria es una ficción. Y no una inocente, por supuesto: sepultamos en el fondo del armario lo que no nos gusta, maquillamos lo que apenas podemos tolerar y construimos excusas que sustituyen a los hechos para explicar nuestros fracasos. Aunque sea inconscientemente. Puede que Simon, por su propio carácter, recorra el camino inverso y se machaque más de lo que merece, pero es evidente que su hermano Abe tiene una capacidad para autojustificarse infinita. Al final, lo que parece decirnos este libro es que da lo mismo. Todos intentamos vivir y podernos mirar al espejo cada mañana, y cuando uno envejece, el peso que se carga siempre es mayor. El tiempo es el vector que importa en la obra de Seth: como él mismo, sus personajes parecen querer escapar de su paso y congelar un momento para habitar en él para siempre. La imposibilidad de hacerlo es, no puede ser de otra forma, una fuente de insatisfacción que se une al dolor inherente a vivir permanentemente en los recuerdos que nos hemos inventado."

 2019


Tapa Subterránea


El día 8 de junio, 16 tapas de autor a 2 euros en el mercado de Antón Martín, a continuación la lista de tapas que podréis disfrutar este día y los comercios que las ofrecen:

  • Cutzamala: Cóctel de camarón
  • Cafés Tornasol: Carrilleras y pastel de patatas
  • Donde Sánchez: Ensalada de garbanzos, fresas y rúcula con vinagreta de miel
  • Latazo: Tosta de mojama con salmorejo
  • El Mono de la Pila: Ceviche de corvina
  • El Tarantín de Lucía: Vuelve a la vida, Ceviche de calamar y mejillones
  • La Quesería de Antón Martín: Gorgonzola y pera sobre pan de centeno
  • La Saletta: Pincho de Porquetta
  • La Trastienda de Espronceda: Tortilla de chorizo con mojo picón
  • Majo’s Food: Empanada colombiana
  • Pipo & Cía: Empanada criolla
  • Piscolabis: Cono relleno de perdiz y tabulé oriental
  • Sincio: Crujiente de chistorra con ajonjolí
  • The Originals Globet Croquettes: Croquetas Gourmet
  • Urban Orchard: Pesto de kale con tallarines de calabacín
  • Yokaloka: Picoteo Outsinhami

lunes, 3 de junio de 2019

Eloy, uno entre muchos.

Dibujo inédito del artista de Chamberí que ilustra el asalto al Cuartel de la Montaña, que tuvo lugar la madrugada del 20 de julio de 1936 en las inmediaciones de la plaza de España, donde actualmente se encuentra el Templo de Debod. En la ilustración se ve cómo los milicianos, acompañados por los guardias de asalto, se acercaban sigilosamente al cuartel. A lo lejos, un 'autocamión Bilbao', dispuesto a atacar a los sublevados.
Historietista y pintor español madrileño de espectacular dibujo que destacó especialmente en el cómic histórico, creador de series como Manos KellyMac Coy o El Cid.
Fue el primer autor que dibujó superhéroes en España (un remedo del primer Captain Marvel en la colección El Capitán Maravillas, en 1944). Luego destacó como dibujante de aventura heroica (como en Doc Savage Ray Norton, colecciones de Rollán donde firmó H. Palacios), en el western y en el ámbito histórico sobre todo, lo cual reafirmó en Trinca y otras publicaciones como Hunter, Rambla o la colección Imágenes de la historiaTuvo gran proyección en el mercado francés, donde dibujó tebeo histórico o religioso.
Sobre la guerra civil española han corrido ríos de tinta: miles de publicaciones de todo tipo, así como un sin fin de producciones audiovisuales se han realizado dentro y fuera de España, dando fe del interés del público por la materia.
Aquí se publica de forma conjunta una de las más singulares, las dos aventuras completas de ELOY, personaje creado por Antonio Hernández Palacios, que tiene la particularidad de centrase en la experiencia vital de los soldados que combatieron en dicha contienda, desde la óptica de uno de los dos bandos, pero alejándose de aspectos ideológicos.
Esta edición se acompaña de un texto histórico, que ayuda a poner en contexto y valor una obra, que, desde el punto de vista visual y narrativo, es totalmente original y del máximo interés para el aficionado, tanto al cómic, como a la historia militar.
Con esta obra el autor quiso dar a conocer lo que vivieron nuestros antepasados y reforzar la determinación de que una guerra así nunca se repita.
Del 31 mayo al 22 septiembre

Vicios Modernos. 

Vicios Modernos. Ceesepe 1973-1983

Ceesepe 1973-1983

Esta exposición revisará un período muy concreto de la producción de Ceesepe, centrada fundamentalmente en el lenguaje del cómic y la viñeta.
Antes de convertirse en el pintor que extrajo poesía de las malas calles de Madrid, Ceesepe fue un precoz, tenaz y brillante dibujante de historietas. Su obra en el ámbito del cómic se desarrolló a lo largo de apenas diez años, pero su influencia y resonancia no se limitó a ese periodo y, hoy, décadas después, se presenta como un singular espejo de la vida que siguió a la muerte de Franco y el fin de la dictadura. No se puede entender ese periodo fundamental de la historia española sin el revulsivo de lo que se conoce como el «comix» underground. Los tebeos del Rrollo en Barcelona y la Cascorro Factory en Madrid fueron dos de los focos principales de un movimiento que aglutinó a jóvenes de diferentes sensibilidades. Entre ellos, destacó un madrileño que desde la adolescencia había desarrollado un original instinto para el dibujo.

Ceesepe tenía 16 años cuando editó su primera historieta. La protagonizaba el que sería su figura más emblemática y transgresora, un calvo melenudo llamado Slober, en la revista que sería uno de los pocos faros contraculturales de la España de entonces, Star. Las viñetas viajaron en un sobre desde Madrid a Barcelona y allí, su destinatario se encontró con un filón y con uno de sus más notables colaboradores. Ceesepe, que poco después se convertiría en una destacada figura de lo que se conoce como la movida, actúo de puente entre las dos ciudades estableciendo un fundamental vínculo entre el Rastro y Las Ramblas, es decir, entre dos lugares hegemónicos en el nuevo flujo de libertad que surgía en Madrid y Barcelona. Políticamente incorrecto y contestatario por naturaleza, el cómic permitía a un principiante como Ceesepe experimentar con el dibujo y también con sus posibilidades narrativas. Sin embargo, el medio pronto se le quedó pequeño y la obra de Ceesepe empezó a mutar atraída por las posibilidades de la pintura. Las viñetas crecieron, el color empezó a conquistar el terreno y las historietas, cada vez más sofisticadas y trabajadas, se convirtieron en pequeños cuadros que anunciaban lo que estaba por llegar.

Ceesepe participó en álbumes históricos, como Nasti de Plasti o Carajillo, y más tarde en El Víbora y otras publicaciones más profesionales. Pero fue bajo el sello de la Cascorro Factory —a cuyo núcleo primero, formado por Ceesepe y el fotógrafo Alberto García-Alix, pronto se sumarían Ouka Leele y El Hortelano— donde publicaría su obra más importante y fronteriza de esos años, Vicios Modernos, un fanzine fundamental que incluía la historieta del título, creada a partir de fotografías de García-Alix, y Bestias de lujo, en la que ya se distingue el embrión de un nuevo rumbo. Antes de abandonar definitivamente el cómic, Ceesepe creó la cartelería de la ópera prima de Pedro Almodóvar, Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón, y escribió, dibujó y rodó junto con García-Alix una joya del cine amateur: el mediometraje El día que muera Bombita, cuya colorista y dramática versión cómic despliega la personalidad del futuro pintor. Los originales, las fotografías y los cuadernos, muchos de ellos escolares, que se reúnen en la exposición «Vicios Modernos. Ceesepe 1973-1983» fueron en su mayoría adquiridos al artista por el Archivo Lafuente. Junto con La Casa Encendida, el Archivo trabajó mano a mano con el artista en esta exposición hasta su muerte en septiembre de 2018.